Cada vez que cierro los ojos te siento aquí, conmigo, a mi lado, como si me estuvieses dando uno de tus besos y abrazos que solo tú sabes dar, de esos que pueden hacer que te olvides del mayor problema del mundo, de esos que te hacen sentir en una nube, en el cielo, como si estuvieses volando. Y por eso cerrar los ojos se ha convertido en la mayor de mis aficiones, en lo único que me hace sentir como quiero sentirme. Y cada vez que recuerdo esos momentos me pongo a llorar como una tonta, porque hace tanto tiempo que no estás a mi lado que ya no recuerdo ni cual era el sonido de tu voz, pero lo que si recuerdo es el sabor de tus labios, ya que es imposible olvidarlo, y dicen que nada es imposible, pero ésto sí, era un sabor indescriptible, inconfundible, único, especial. Ningún beso se puede comparar a los tuyos. Tú fuiste quien me enseñó el límite de la pasión, pero lo que no me enseñaste fue lo más imprescindible, a decir adiós y a olvidar.

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