Cuando las palabras vuelan,
cuando los sabios callan
y los ignorantes hablan,
en un mar en desorden
en el que habitan mil almas
dispuestas a ser condenadas
al fuego eterno,
ahí nos encontramos nosotros,
entre la paz y la guerra,
entre el amor y el desamor,
en medio del hastío.
No sabemos qué decir,
ni qué hacer,
sólo que este lugar nos gusta
sin razón aparente,
que no queremos irnos
sin antes haber hallado algún motivo
que nos diga por qué estamos aquí,
por qué no nos hemos ido ya,
si ya habíamos decidido irnos.
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